INTELIGENCIA = INTELIGENCIA COGNITIVA
¿Puede una
persona que tiene un coeficiente intelectual elevado cometer asesinatos, robos,
fracasar en su vida laboral, sentimental, amistosa, o no tener una existencia
como se presupone a alguien con su inteligencia?
La respuesta es
sencilla y clara, SI.
Pese a lo que
desde hace décadas se presuponía, la inteligencia no se mide únicamente por el
Coeficiente intelectual que cada uno de nosotros tiene, ya que existen millones
de ejemplos y estudios de personas que en su época estudiantil han tenido unos
expedientes muy brillantes, han realizados test obteniendo unos resultados que
refuerzan un coeficiente intelectual muy elevado, y que posteriormente a lo
largo de su vida no han sobresalido tal y como se esperaba. ¿Por qué esa contradicción
si se supone que son muy inteligentes y con eso la felicidad esta asegurada? La
creencia deriva del inicio de la aplicación en la primera guerra mundial de los
test de inteligencia, auspiciados por el psicólogo Lewis Terman, y de la
seguridad, reforzada por la psicología general de la época que se fue
especializando en psicología cognitiva, de que el resultado de los diferentes
test ofrecía como conclusión el Coeficiente Intelectual, del cual se derivaba el
nivel de inteligencia de una persona. La valoración de otros factores que
pudieran influir en la inteligencia de los seres humanos apenas se contemplaba.
Esta idea se ha
mantenido hasta hace unos pocos años, y tras diversos estudios relacionados con
el cerebro, la inteligencia, memoria, etc. se ha determinado que efectivamente
el Coeficiente Intelectual indica la inteligencia de una persona, pero únicamente
influye en un 20% de la misma. Por lo tanto hoy en día
existen otros factores que determinan la inteligencia que tenemos, nuestro
posible éxito en la vida, y su porcentaje es llamativo, el 80%.
Seguro que todos conocemos a compañeros de estudios que sobresalían cuando éramos más pequeños, siempre
sacaban muy buenas notas, y actualmente sus vidas no son tan increíbles como se
esperaba. Y curiosamente los casos contrarios, personas que no iban muy bien en los estudios, pero que ya
sobresalían por saber tratar con los compañeros, coordinar actividades que se
realizaba, y en general saber conectar y relacionarse muy bien con otros
alumnos. Seguro que muchos de éstos últimos hoy en día tienen una vida que es
la envidia de los primeros. Con estos ejemplos no queremos, ni mucho menos
generalizar, ya que eso sería incorrecto, pero si nos gustaría destacar la idea
principal, tener un
coeficiente intelectual elevado no es sinónimo de éxito futuro, y tenerlo bajo,
tampoco quiere decir fracaso.
Como podemos imaginar,
entre ese 80% de factores que influyen para saber si una persona es más o menos
inteligente, encontramos completamente destacados, los referentes a la Inteligencia Emocional, un
nuevo concepto que incluye ideas relacionadas con el autoconocimiento, la
motivación, la empatía, las habilidades sociales en general, la perseverancia,
el optimismo, el control, el ánimo o simplemente, las emociones.
Está claro que la inteligencia
cognitiva centra sus estudios
y esfuerzos en todo lo que tenga que ver con lo que encontramos en el
hemisferio izquierdo del cerebro, la parte
racional, lógica, relacionada con los números, el lenguaje, los aspectos
lineales. Y muchas de sus averiguaciones son acertadas, relacionadas
directamente con las denominadas habilidades académicas, ya que las personas
que sobresalen en estos campos suelen tener unos expedientes académicos
envidiables. Pero eso no supone una garantía para alcanzar la prosperidad
futura, ni el éxito completo, ni la felicidad. Simplemente es un dato que
necesita de otros para poder completarse y ofrecer afirmaciones rigurosas.